"Querida Lucía", por Martina
Este texto de Martina nace al abrigo de las lecturas del subgénero fantástico y de una consigna de escritura eligiendo tarjetas con temáticas típicas al azar. La metamorfosis, el doble, los objetos que actúan como si cobraran vida, los mundos alternativos o paralelos, las alteraciones de tiempo, la aparición de criaturas fantasmagóricas, son temas que pueblan estos relatos y que nos invitan a imaginar, disfrutando al crear nuestros propios prismas para mirar un mundo que no se agota en lo perceptible y que siempre nos invita a imaginar.
Querida Lucia
Érase una vez un hombre que conoció a una mujer hermosa a través de su computadora, se llamaba Lucía y tenía treinta y cinco años. A ambos les gustaba la comedia y el drama, pero a diferencia de Lucia, a él no le gustaban los espacios abiertos, no era sociable, le costaba mucho hablar con las personas sin hacer el ridículo. En cambio, Lucía era encantadora y muy abierta, casi todos eran sus amigos, claro que siempre existen las personas con envidia. “¿Cómo no tenerle envidia?, ella es perfecta”, pensaba Sebastián a la hora de ir a dormir. Ella creía que las hadas eran los mejores animales, o tal vez los minotauros, le encantaban los dioses griegos, sabía todo sobre ellos.
A Sebastián le gustaba escribir historias románticas o de suspenso, ya había escrito un par, pero no era un escritor conocido. Sus padres preferían que hubiese estudiado medicina o abogacía, como sus primos, no querían a un fracasado. Solía creer que tener una gran imaginación lo iba a ayudar a escapar de la realidad, de las críticas, insultos, fracasos, traiciones. Tal vez, esconderse en su pequeña burbuja de fantasía lo ayudaría a seguir adelante sin tener que escuchar a los demás. Su sueño por mucho tiempo había sido triunfar en la industria editorial como una secreta venganza, pero con el tiempo le empezó a importar más el dinero y había comprendido que de algo debía vivir mientras lo intentaba.
Lucía vivía una vida sin complicaciones, trabajaba de lo que le gustaba y
tenía su propia tienda de ropa para niños. Le fascinaba los pequeños, en
especial las niñas.
Él se enamoró por completo, pero no podía viajar a donde ella se encontraba. No era por el dinero, simplemente no podía. Aunque Lucia le había insistido, él se negó por completo: "Oh, querida Lucia, créeme que por estar contigo haría lo que fuera”. Fueron sus últimas palabras antes de terminar su libro.
Después de
todo, ella era solamente un personaje y él su escritor.
Martina.
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