Microrrelato: La puerta
Les presentamos un microrrelato fantástico, nacido al abrigo de las lecturas compartidas del emblemático E. Anderson Imbert.
Ariel, uno de los alumnos del Taller de Iniciación Literaria, acepta el desafío de escritura y nos regala este sugerente texto que aborda una de las temáticas típicas del género, desde su mirada particular. Esperamos que lo disfruten.
Me mudé a una casa roja de dos pisos, linda pero estrecha. Lo que más me llamó la atención fue una puerta color marrón oscuro. Tenía una grotesca inscripción que decía “Ábrame”. Pero no la abrí.
Pasaron los días, terminé de acomodarme y de ordenar los muebles y lo que al principio era un detalle sin importancia, terminó carcomiendo mi curiosidad. Entonces ya no pude resistir, la abrí, abrí la puerta con la inscripción. Entré y vi... un carro de 1500, parecía como si hubiese viajado en el tiempo, la gente vestía ropas viejas y miraban extrañados mi ropa moderna. Me asusté y volví a entrar por la puerta. Al traspasarla, estaba en mi casa roja.
Todo estaba tal como lo había dejado. Sin embargo, la cortina abierta de la ventana me devolvía un paisaje inusual: autos voladores y robots. Era evidente que estaba en el futuro. Volví a cruzar la extraña puerta.
Ya en casa otra vez, miré por la ventana. Di un suspiro de alivio. Luego, volví a recorrer el estrecho pasillo que conducía a la puerta y la rompí en pedazos.
Ariel, uno de los alumnos del Taller de Iniciación Literaria, acepta el desafío de escritura y nos regala este sugerente texto que aborda una de las temáticas típicas del género, desde su mirada particular. Esperamos que lo disfruten.
La puerta
Me mudé a una casa roja de dos pisos, linda pero estrecha. Lo que más me llamó la atención fue una puerta color marrón oscuro. Tenía una grotesca inscripción que decía “Ábrame”. Pero no la abrí.
Pasaron los días, terminé de acomodarme y de ordenar los muebles y lo que al principio era un detalle sin importancia, terminó carcomiendo mi curiosidad. Entonces ya no pude resistir, la abrí, abrí la puerta con la inscripción. Entré y vi... un carro de 1500, parecía como si hubiese viajado en el tiempo, la gente vestía ropas viejas y miraban extrañados mi ropa moderna. Me asusté y volví a entrar por la puerta. Al traspasarla, estaba en mi casa roja.
Todo estaba tal como lo había dejado. Sin embargo, la cortina abierta de la ventana me devolvía un paisaje inusual: autos voladores y robots. Era evidente que estaba en el futuro. Volví a cruzar la extraña puerta.
Ya en casa otra vez, miré por la ventana. Di un suspiro de alivio. Luego, volví a recorrer el estrecho pasillo que conducía a la puerta y la rompí en pedazos.
Ariel
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